Rara esta sensacion de vacio y vértigo, "a grandes males, grandes soluciones"......parece que mi optimismo politico esta en baja, mañana será otro día.
Esta tarde, en medio de la nada, de calles polvorientas y el lado feo de nuestro desarrollo, descubrí un milagro.
Sabía que existía, pero mis propias pequeñas miserias me habian llenado el corazón y los ojos, me habían vuelto indiferente y sin darme tiempo de detenerme a mirar. Habia visto, pero no habia mirado.
En medio de la pobreza y la marginalidad de Las Compañías, uno de los sectores populares mas grandes y complejos de La Serena, hace un tiempo ya, se gestaba un milagro: música.
MUSICA, con letras grandes y sonoras, una orquesta de niños, de niñas, morenos, llenos de sueños, llenos de ilusiones, peleando codo a codo, día a día, con la desesperanza y la adversidad.
Niños que con sus manos y sus cuerpos arrancan sonidos a los instrumentos y nos llevan en un viaje mágico y maravilloso, nos llevan por caminos de emoción y luz.
Ahi en medio de aquel prodigio, me di cuenta, que todo es posible.
Me di cuenta que aun queda tanto, tanto, tanto, que hacer.
Que no me fui del mundo, que siempre he estado en él.
Que todo tiene sentido.
Que yo puedo.
Que yo debo.
Que siempre he sido mas fuerte, que nada hay que duela ya.
Que estoy viva.
Que tengo derecho a soñar.
Que tengo la obligación de ayudar.
Que hay demasiadas cosas para estar alegre, que a pesar de todo estoy alegre, que mi corazón late, que mis ojos ven, que no soy un desierto, que no estoy yerma.
Que soy yo mi propio milagro.
Que volveré a florecer, pronto, aún antes que el desierto florido.
Que esta ultima frase no es una convicción, es mas bien constatar una verdad tan grande como que afuera hay viento y una noche estrellada.
Si, soy mas feliz de lo que esperaba, estoy mas viva de lo que creía, tengo mas luz tal vez de la que merezco.
Nada era tan importante.
Hace tiempo no escribia, la felicidad, a mi al menos, suele hacer que me silencie. Que curioso es el hecho de que cuando estoy triste o confundida necesite siempre hablar. Es tal vez mi modo de sacar aquellas cosas que me rondan y me atormentan.
A veces la primavera llega, y nos llenamos de flores y luces, esperamos el verano, el tiempo de la cosecha, con las manos y el ánimo listo para recoger los frutos de una primavera prodigiosa. Sin embargo, de pronto, la lluvia y otros fenòmenos hacen que veamos poco probable el hecho de lograr la ansiada cosecha. Por qué? porque la naturaleza no siempre responde a nuestros sueños, porque a veces, aunque gastemos las mejores semillas, pongamos nuestro corazon y nuestro espìritu, finalmente, como en el tango, esto es de a dos.
Miro las cosas que forman mi huerto, y lo que antes era suficiente ya no lo es. Los humanos somos seres ambiciosos, los proyectos que había, con tanto amor e ilusión forjado, hacen que hoy día mis pocas flores, carezcan de brillo, la primavera llegó es cierto, pero no quizo quedarse.
El desierto sigue siendo una alternativa viable, o tal vez la única posible.
No quiero hacer jardines denuevo.
Dejar que la maleza colonize todo aquello que con amor preparé, sentarme a esperar que el escarcha mate toda ilusión y todo sueño, dejar de hechar aguita cada día para que nazcan nuevas flores, no sé. Siempre he preferido enfrentar las cosas de golpe, asumir el temporal y dejar que pase la borrazca, para renacer, limpia, nueva, quizás mas fuerte. Valdra la pena abonar la tierra, si los frutos eran para ser compartidos, vale entonces prepararlo todo solo para mí?
Es triste la tarea de arrancar una a una las flores que planté, remitirse a un dia a día eficiente y claro, con la pulcritud opaca del cemento fresco. Tal vez la mejor opción es ponerle concreto a todo y no albergar la esperanza de un jardín radiante, un jardín que a pesar de todo estábamos dispuestos a cuidar, sabiendo del trabajo cotidiano de desmalezar y agregar nuevos rumbos. Pero toda esa explosión de luz valía la pena para compartirla, para sentirse orgullosos de crear, no para sólo ser un gesto individual.
Habrá que dejar que el tiempo diga.
Como buen labrador, encomendarse al de arriba para ver si este año que se inicia el verano traerá frutos y flores , o sólo la belleza extraña, y tantas veces conocida, del desierto y sus colores .